http://www.elpais.com, MIGUEL MORA 07/06/2009, 7 giugno 2009
REPORTAJE: BERLUSCONI
Anatomía de Berluscolandia
Decenas de vuelos oficiales y privados llevan cada fin de semana a Cerdeña a una milicia de bellezas que entretienen al jefe del Gobierno italiano y sus amigos. Tras las acusaciones de la primera dama y el ’Noemigate’, Italia revela al mundo su clima de bajo imperio. ¿Pasará factura a Berlusconi?
MIGUEL MORA 07/06/2009
Jardines infinitos, lagos artificiales, órganos sexuales al aire, juegos lésbicos, efectos especiales, pizza y helado gratis... Un geriátrico lleno de cuerpos imponentes. Las fotos censuradas en Italia por iniciativa de Silvio Berlusconi muestran la rutina desinhibida de la mansión sarda del jefe del Gobierno, en la Costa Esmeralda de la isla de Cerdeña.
Las fotografías de Berlusconi, en la prensa internacional
FOTOS - - 05-06-2009
Berlusconi: las fotos, en la prensa internacional. Los principales periódicos y web europeas y americanas se hacen eco de las exclusivas fotografías que publica El País tras ser secuestradas en Italia.-
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Silvio Berlusconi
A FONDO
Nacimiento: 29-09-1936 Lugar: Milán
"Media Italia trabaja para Berlusconi, la otra media lo desea", dice Giancarlo Santalmassi, maestro de periodistas
"Es una mina de sabiduría", escribe sobre el líder máximo la autora del libro ’Noi, le ragazze di Silvio"
Lunes 1, jardines del palacio presidencial del Quirinal, fiesta de la República: cientos de prohombres del régimen suben a saludar al primer ministro, acorralado por las reacciones suscitadas a las noticias de su amistad con Noemi Letizia, una chica de 18 años. Un 70% de esos prohombres acude a saludar a Berlusconi con su hija del brazo, en vez de con su mujer. Bienvenidos a Berluscolandia, el país donde todas las jovencitas quieren ser velinas (azafatas de televisión).
Visitemos ahora Villa Certosa, la misteriosa mansión sarda del magnate milanés que oficia de primer ministro y es el actual presidente de turno del G-8 y líder elegido a mano alzada por el partido Pueblo de la Libertad. Desde que se supo que Noemi Letizia, la joven napolitana de 18 años que llama Papi a Berlusconi, pasó el fin de año en la casa con otras 30 velinas (azafatas televisivas), todos los italianos fantasean con ese nombre: Villa Certosa. La finca es el sueño de cualquier camorrista, sobre todo si está preso: olivos y palmeras, piscinas por doquier, helados y pizza gratis a discreción, lagos artificiales, un anfiteatro donde toca y canta sus canciones napolitanas el inevitable Mariano Apicella, que ha publicado dos discos con Berlusconi como autor de las letras de sus canciones...
El mar turquesa, la gran casa principal, las estancias secretas, el canal subterráneo que comunica el mar directamente con la villa -inspirado en un filme de James Bond-, el parque con sesenta hectáreas de terreno, los bungalós que el dueño pone a disposición de sus invitadas (siempre más chicas que hombres, proporción de 4 a 1), todo ello reformado y renovado en 2006 por unos módicos 12 millones de euros.
Incluso, asegura una fuente muy solvente, la villa esconde un refugio antiatómico en el subsuelo, y las provisiones son renovadas cada poco tiempo. Y luego están las velinas, esas bellezas que quizá, quién sabe, acabarán dando a conocer este extraño periodo de la historia como el berlusconismo-velinismo.
La belleza de la palabra velina (no confundir con bellina) no es menos sugerente que su origen: la velina era la nota que se mandaba a los periódicos desde la oficina de censura del fascismo diciendo qué se podía escribir y qué no. Ese carácter de cosa fuera de contexto se aplicó, con el tiempo, a las azafatas de televisión que aparecían en zonas ajenas a su tarea de florero, por ejemplo junto a la mesa donde el periodista lee las noticias. "Llega la velina". Cuajó, y así hasta hoy.
Aunque siempre ha sido un secreto a voces, Italia ha convivido sin el menor reparo moral con el hecho de que Silvio Berlusconi haya conocido, cortejado, invitado, recomendado, dado empleo, ayudado y promovido a cientos de velinas durante su carrera política. La lista es demasiado larga y anónima como para reproducirla aquí.
Durante una década de visitas, de fiestas y de escapadas, casi todas ellas, y otras muchas más, habrán pasado lógicamente por Villa Certosa. Los mejores cuerpos de Italia. Las caras más inocentes y bonitas. Aspirantes a modelos, actrices, vedettes, majorettes, presentadoras. Muchachas jovencísimas, de 17 y 18 años hasta 28 o 29, no más: mariposas recién salidas de la crisálida familiar que han entrado a formar parte del harén del jeque. Cuando las acoge en su seno, revela Concita de Gregorio, directora del diario L’Unità, "les entrega una joya en forma de mariposa a modo de contrato o de sello. Es el sello del sultán".
La política-espectáculo de Berlusconi, su talante personalista y plebiscitario, su fascinación de magnate generoso y mujeriego, han seducido durante tres lustros a las masas de televidentes y votantes italianos con sus chistes, su estilo machista, sus meteduras de pata, su ascenso social, sus triunfos electorales, incluso las victorias y los fichajes de su equipo de fútbol (esta semana paralizó la comunicación del fichaje de Kaká hasta el lunes para no dejarse un solo voto).
Todo eso forma parte natural de su bagaje a-político y a-cultural, de su populismo abierto y mundano, que paradójicamente se apoya a la vez en un no-programa no-político, tradicionalista y católico, lejanamente inspirado en la trinidad "Dios, patria y familia". Habría que añadir: "y velinas".
Villa Certosa es el símbolo de estatus del Cavaliere más discreto, su refugio no sólo nuclear. Es su tesoro, su secreto mejor guardado, el lugar donde este hombre de casi 73 años, multimillonario y prepotente, simpático y mediático, recibe a sus amigas y amigos, celebra consejos de ministros informales, cierra o prepara negocios o hazañas políticas, agasaja a los líderes de la derecha mundial, cuida de sus crisálidas, sienta a sus velinas en las rodillas y las pasea en el carrito del golf por el parque, zona militarizada y secreto de Estado desde 2006.
Según narran las fotos de Antonello Zappadu, Villa Certosa es también el lugar donde el magnate megalómano, el personaje excesivo, cómico y mitómano se olvida del abuelo que es (y que se alejó hace una década del dormitorio conyugal) y se convierte en macho otra vez, en el jeque del harén, en el Super-Silvio moreno perpetuo, y operado (también de la próstata), mientras Italia susurra preocupada que toma demasiado viagra y que sus médicos temen por su corazón.
Villa Certosa es además el lugar donde su amiga napolitana Noemi Letizia, de 18 años recién cumplidos, fue invitada a pasar las vacaciones de fin de año con otras treinta colegas y una docena de próceres del berlusconismo, casi todos setentones como él: gerontocracia y chavalas de bandera.
Como dice el filósofo Paolo Flores d’Arcais, "la pregunta no es lo que pasa o ha pasado en Villa Certosa, sino lo que habría ocurrido en Estados Unidos si se hubiera sabido que Obama ha pasado las vacaciones de Navidad con 30 vedettes de 18 años y sin su mujer, o en Alemania si se descubriera que Angela Merkel veranea con 30 gigolós macizos".
De lo que se trata, en el caso de estas jóvenes mujeres italianas, es de cumplir un sueño, de alcanzar la meta: conocer a Silvio y a sus potentes amigos, trabajar en la televisión y quizá llegar a la política, lo que en el país de la RAI y Mediaset, controladas por el mismo hombre, viene a ser lo mismo.
Muchas de esas jóvenes se han limitado, trágicamente, a encarnar el modelo de sus padres, el conformismo de esa desencantada generación pos-68 que se quedó adocenada ante el televisor en los años ochenta y noventa viendo cómo la Democracia Cristiana se disolvía, cómo Bettino Craxi se exiliaba, cómo la otrora brillante izquierda italiana se convertía a la caída del Muro de Berlín en una casta oligárquica, aburrida y alejada de las necesidades de la gente.
A algunos les parecerá repugnante; a otros, pragmática y humana esa idea del mundo y del ascenso social. Pero, ¿qué mejor forma de triunfar en la Italia de la televisión que estar cerca, muy cerca, del gran patrón de la televisión europea y quizá mundial?
Berlusconi, lo ha escrito Eugenio Scalfari, es el Rey Sol. Como dice un político sardo, "si te acercas al sol, el sol te ilumina y te calienta". Y según sostiene otro maestro de periodistas, éste represaliado por la derecha, Giancarlo Santalmassi, "media Italia trabaja para Berlusconi, la otra media lo está deseando".
Acudir a Villa Certosa asegura a las chicas ese lugar bajo el sol, un teléfono al que poder llamar, quizá una recomendación del emperador, un pulgar hacia arriba, un casting al que acudir a la vuelta a Roma o a Milán, el domingo por la noche o el lunes por la mañana, tras las noches largas y divertidas, las charlas políticas de Silvio, los paseos, las salidas a comprar al centro comercial de Porto Rotondo (paga Papi, hasta 1.500 euros por chica), los bailes desenfrenados, algún striptease más alcohólico que pagado, el machismo en su índole peor.
No es fácil estar entre las elegidas, llegar a vestal de Villa Certosa, insiste un político sardo, que prefiere no identificarse por razones de seguridad: "El que va a la villa, cuenta; el que duerme allí, cuenta mucho, y el que pasa las vacaciones, está en el corazón del César".
El César, que empezó con el ladrillo, tiene siete villas más en Cerdeña, otra en Antigua, incontables mansiones en Roma y en Milán, pero Villa Certosa es la medida de todas las cosas. Incluso los ministros y ministras del Gabinete se dividen entre los muy habituales (como el silencioso Gianni Letta) y los ocasionales que apenas han ido una vez o sólo lo han hecho para participar en algún consejo de ministros (o de administración) fuera de temporada.
Entre las ministras, la que más ha estado es Mara Carfagna, la titular de Igualdad de Oportunidades, a la que por cierto le honra su fidelidad, pues ha sido la única que se ha atrevido a defender su actuación a lo largo del esperpento llamado Noemigate. A su juicio, Berlusconi está siendo atacado por envidia y sin razón, porque es una persona "buena".
Para las chicas, la mejor forma de entrar es captar el ojo experto del viejo calavera. Como le pasó a Noemi Letizia o a la propia Carfagna y a tantos otros cientos de muchachas. Noemi, una dulce muchacha criada en ambientes cercanos a la Camorra napolitana, quería ser artista. Así que se hizo un libro de fotos y lo mandó a una agencia de Roma. El periodista de Canale 4 Emilio Fede, íntimo de Berlusconi, lo recogió y se lo llevó bajo el brazo, casualmente lo olvidó sobre la mesa, su capo cogió el teléfono y marcó el móvil de la joven. Le dijo que tenía una mirada angelical y que debía conservarse así, pura.
Eso era en octubre, reveló Gino, el obrero que fue novio de Noemi hasta que apareció Papi, en una entrevista a La Repubblica. Poco después, Noemi fue vista en una fiesta de la moda en Villa Madama, y en otra del Milan. En ambos casos la sentaron en las mesas presidenciales. Según han contado tanto Berlusconi como sus padres, la amistad venía de antiguo; Gino y una tía de Noemi lo han desmentido.
El caso es que, en diciembre, Noemi estaba ya en Villa Certosa con su amiga Roberta, una de las tres amigas con las que rodó un vídeo casero que circula por Youtube en el que se declaran fantásticas e inalcanzables. Aunque, bien pensado, quizá fuera antes, porque la propia Noemi declaró al empezar a ser famosa que había visto a Papi a menudo, que él no siempre podía ir a Nápoles con lo ocupado que estaba, y que ambos cantaban juntos las canciones de Apicella. Ahora la joven, en un último intento desesperado de salvar los muebles, ha dicho en una entrevista a la revista Chi, por supuesto de Berlusconi, que sigue siendo virgen.
Otra forma de llegar a Villa Certosa, de alcanzar el rango de mariposa y pasar a formar parte de la colección del gran entomólogo, es conocer a los amigos del Sultán. Mejor si son empresarios VIP del círculo estrictamente judicial (lo judicial une mucho), como Marcello dell’Utri, el patrón de la escudería de Renault y compañero de fatigas off shore Flavio Briatore (que le recomendó a Berlusconi al abogado británico David Mills, creador corrompido del imperio Fininvest B), o el complaciente Fede Confalonieri, presidente de Mediaset.
Tampoco viene mal conocer a esos brillantes periodistas de la tercera edad, estrellas refulgentes del firmamento televisivo oficialista, gente como Fede (autor del telediario más surrealista del continente), o como el siempre genuflexo Bruno Vespa, capaz de entrevistar doce veces al año al amo y sortear siempre la pregunta incómoda.
Todos ellos conforman la esencia decadente del berlusconismo-velinismo, y como tales frecuentan la casa sarda desde hace años. Buscan seguridad, compadreo, calor, calma, relax y cuerpos bonitos para mitigar el estrés y el agobiante ejercicio de la política, la corrupción o el siempre fatigoso (para las vértebras) periodismo de cámara.
Hay, claro, vías intermedias, proveedores diversos, aficionados al deporte del gineceo, madres alcahuetas dispuestas a renovar gratis el cuerpo de magia del prestidigitador, ministros, viceministros y secretarios de Estado dispuestos a aportar novedades a las veladas, ese enorme círculo hecho de hijas de amigos, conocidos, vasallos, empleados, esa prima de curvas prometedoras del portero, el guardaespaldas, la cocinera, la sobrina del carabinero, la aspirante a modelo que manda sus fotos vía e-mail a Palazzo Chigi con su número de móvil escrito en un tipo de letra que imita al lápiz de labios.
Toda Italia está en el juego, todo el país lo sabe, el problema es que todos lo cuentan, pero nadie lo dice con su nombre. Sátrapas, emperadores, monarcas y comendadores han llenado históricamente sus salones de jovencitas, pero ahora la gente tiene miedo, la omertà es condición indispensable para que la hipocresía no termine, la información está bajo control directo o indirecto del emperador (publicidad institucional, subvenciones públicas, promesas, créditos...), si alguien se sale del tiesto le puede costar el puesto, la Iglesia de Roma no debe enterarse (y por eso reclama sobriedad como toda crítica), y encima hay crisis, y vivimos en un país subterráneo por definición, ese maravilloso belpaese que siempre se declara orgulloso de su arte casero para arreglarse improvisando, "da igual Francia o España, lo importante es que se mangia (se come)".
La entrada de las velinas televisivas en la política, que se encuentra en el origen de esta crisis moral, era la consecuencia inevitable de la historia y del sistema. Forza Italia nunca ha sido un partido, sino un grupo de tifosi, de empleados comandados por Dell’Utri que reclutaron a toda prisa a la plantilla entera de secretarias de Publitalia en 1994 para llenar a tiempo las listas.
Su sucesor, el Pueblo de la Libertad, tampoco es un partido, más bien un aluvión de consejeros medianos, gestores sumisos y rostros bonitos sin tradición, ideología, bases. La televisión y la propaganda como única política; y la política se hace en televisión. Italia sigue siendo el paraíso del enchufe, el que no tiene un amigo está huérfano, y el gran jefe electricista se llama Silvio. Silvio aggiustatutto.
El benefactor es Berlusconi; los colegios y las casas están llenos, rebosantes de bellas Uranitas, y el sitio donde ellas se ponen a tiro es Villa Certosa.
Escuchen a la ex profesora de Noemi Letizia: "Es muy lógico, él le ayudará, a todos nos conviene tener amigos, un médico que te escriba las recetas".
Elisa Alloro, una de las velinas que han estado en la casa madre, ha publicado esta semana un libro interesante, titulado Noi, le ragazze di Silvio. En él revela que también ella llama Papi a Berlusconi, y no sólo ella, desde mucho antes de que apareciera en la vida del Cavaliere la cenicienta Noemi.
"Es una mina de sabiduría", escribe sobre el líder máximo la velina periodista, de 32 años. Nacida en Reggio Calabria, Alloro participó en el curso de formación política de 25 jóvenes velinas del PDL, impartido con vistas a las elecciones europeas por, entre otros, el ministro de Exteriores, Franco Frattini, y el vicepresidente del Europarlamento, Mario Mauro, a petición del primer ministro.
Presentadora, Alloro fue preseleccionada por el Cavaliere, junto a, entre otras, Eleonora Gaggioli, aspirante a actriz; Camilla Ferranti, aspirante a presentadora; Angela Sozio, pelirroja de Gran Hermano a la que Zappadu fotografió en 2007 en las rodillas del premier (junto a cuatro más), y Barbara Matera, concursante en el Miss Italia de la Puglia, amiga del doctor Letta, y finalmente (tras el "yo acuso" de Verónica Lario) la única candidata velina de las 25 precandidatas.
La primera que llamó Papi a Berlusconi, revela Alloro, fue Renata, una velina brasileña y milanista. El apelativo se extendió como un virus. "Y ahora, muchas ragazze se dirigen a él con ese nombre, es una costumbre, quizá el fruto de un acuerdo tácito, una especie de nombre en código nacido, quién sabe, del atávico temor a ser interceptadas (por las escuchas telefónicas)".
El libro, de 100 páginas, está escrito en forma de carta a Verónica Lario, rechaza las acusaciones de "quincalla" y defiende al jefe: "Es una mina de sabiduría, cada minuto pasado con él es como si fuera un don divino".
Su relato narra que conoció en 2004 a Berlusconi cuando trabajaba para Mediaset. Debía entrevistarle sobre el puente del Estrecho de Messina, pero en apenas un batir de pestañas se encontró catapultada a Cerdeña, "a una comida de trabajo con profesionales del staff presidencial, yo la única mujer", escribe.
Llegaron juntos desde el aeropuerto romano de Ciampino, sede de los vuelos oficiales de Estado, a bordo del avión presidencial; durante el viaje descubrió que Berlusconi lo sabía todo de ella ("me enseñó un voluminoso dossier"), y éste le hizo una oferta de trabajo que ella rechazó. "Me explicó que estaba organizando una task force de 50 jóvenes periodistas que hicieran de oficina de prensa puente entre Roma y Bruselas. A su currículo le convendría enormemente, me dijo...".
Acabada la comida, de nuevo vuelo en el avión de Estado hacia San Siro, donde jugaba el Milan. Escolta de coches oficial, las sirenas ululando y luego un nuevo traslado aéreo a Ciampino.
Tras dejar Mediaset, Elisa siguió viendo a Berlusconi: "A veces me ha invitado a ir a Villa Certosa, a cenas con decenas de invitados". De Noemi tiene recuerdos vagos ("nos presentaron fugazmente durante una fiesta"). Pero imposible olvidar, escribe, a las dos gemelitas montenegrinas que escenificaron "un baile loco y disparatado ante los ojos consternados del primer ministro". Y las "otras apariciones no anunciadas, femeninas y no, a las puertas de sus habitaciones".
Eso es Italia, ya lo ha dicho la primera dama, Verónica Lario, mucho menos despechada que harta, lisístrata, patriota y revolucionaria, al condenar la podredumbre del berlusconismo-velinismo: "Padres dispuestos a ofrecer a sus vestales al Dragón", "quincalla política y machista sin pudor", un marido y primer ministro que "frecuenta menores y no está bien". Imposible decir más en menos palabras.
El equipo del Cavaliere está al tanto de las necesidades. Los periodistas que cubren los movimientos del premier cuentan que hay una guapa moza en su escuadra de prensa que viaja con él a todas partes aunque no sabe hacer la o con un canuto. Su asesora de imagen, Miti Simonetto, le cubre las flaquezas como puede e intenta que el César parezca honrado.
Hay otro personaje misterioso, una mujer cuarentona, morena, guapa, siempre con traje de chaqueta, que Zappadu ha fotografiado muy a menudo en el aeropuerto de Olbia. Se trata de Sabina Began (SB), la preferida: la prensa del cotilleo romano le llama la abeja reina. El día de la Liberación de Italia, el 25 de abril de 2008, durante los festejos de la victoria electoral, Berlusconi; el presidente del Senado, Renato Schifani; Apicella y otros jerarcas estaban rodeados por un ramillete de muchachas curvas. Don Silvio sólo tenía ojos para SB, que se tatuó en un tobillo "SB, el encuentro que me cambió la vida". Mientras la tenía en sus rodillas y le canturreaba Malafemmena, Berlusconi dijo: "Si hubiese aquí un fotógrafo, esta foto valdría 100.000 euros".
Como ha afirmado Lario, la historia política que está en juego va mucho más allá del caso Noemi, la pobre Noemi es sólo la última víctima de este gigantesco Gran Hermano. ¿Será la casa, Villa Certosa, como Las mil y una noches, un búnker de lujo algo hortera con juegos eróticos o Berluscolandia o algo peor y más lujurioso?
Seguramente, ninguna y a la vez una mezcla de las tres cosas, contestan diversas fuentes sardas. Y las fotos de Zappadu, que nos introducen en ese submundo. Berluscolandia es bello, eso no se puede negar, aunque la naturaleza sarda es mucho más agreste y menos postiza que esas postales de césped bien cortado, ese huerto de hierbas medicinales redondo, esas torres naghuras de imitación.
La primera cosa que salta a la vista es la desmesura. Sesenta hectáreas de terreno son muchas. Sobre todo en Costa Esmeralda. Caben dos playas privadas, tres lagos artificiales, media docena de piscinas, el anfiteatro donde actúan Apicella (el cantautor para el que escribe Berlusconi), las bailarinas y bailaoras (la afición flamenca todavía se pregunta quién es y qué hacía ahí esa intrusa).
A un lado de la finca está el Country, uno de los lugares preferidos del primer ministro, una discoteca con velas, alfombras orientales y un privado llamado, ironías del asunto, Harem. Pero no sufran las almas cándidas. Ninguno de los miles de visitantes de Villa Certosa ha hablado nunca de sexo. Allí no hay sexo. Lo más, helado.
Beppe Severgnini, comentarista de Il Corriere, lo ha explicado así: "Villa Certosa está asumiendo, en las fantasías nacionales, magnitudes legendarias. Los amigos del protagonista, intentando minimizar, contribuyen a enriquecer la puesta en escena. Marcello Dell’Utri: "Hay una heladería. Tú vas y te sirven todo el helado que quieres. Gratis. Si se piensa, es un hallazgo muy divertido". Flavio Briatore: "Está el juego del volcán. Se charla de esto y aquello cuando el grupo se acerca al lago, Berlusconi finge preocuparse, dice que Cerdeña es una zona volcánica. Y en ese momento se oye una explosión increíble, hay efectos tipo llamas...". Sandro Bondi, ministro de Cultura, intentando explicar la desnudez de Topolanek, el ex primer ministro checo: "Bah... Por otro lado, piense que la villa está a pocos metros del mar. Un mar, como usted sabrá, de una belleza absoluta".
Dell’Utri no ha podido negar que sí, que a la vez que hay helado y pizza, la finca siempre está llena de jovencitas bellísimas, que pasean y se bañan, se duchan y se exhiben.
Lo más complicado para Berlusconi no será justificar estas fotos, que ya ha definido como "inútiles". El problema es que haya otras más comprometidas. "Berlusconi sabe que hay un topo en Villa Certosa. Alguien le ha traicionado desde dentro, pero no sabe quién es", explica Marco Mostallino, un periodista local. "Berlusconi debe creer que está entre los guardias de seguridad. No por casualidad ha acusado a su mujer desde el periódico de su hermano de estar liada con su guardaespaldas".
Villa Certosa está vigilada 24 horas como una fortaleza por militares y carabineros. También hay guardias privados, y otros que llegan de todas partes. La historia de la seguridad en Costa Esmeralda está vinculada al agá Jan, el primer promotor turístico de Cerdeña, y empezó con los vigilantes (en español). "Jan contrató a todos los hombres disponibles, y muchos de ellos tenían antecedentes", asegura Mostallino.
Unos años más tarde, Berlusconi llegó a la isla. "Llegó con su hermano Paolo hacia 1981 o 1982", recuerda el político sardo. "Su idea era construir dos millones de metros cúbicos sobre el mar, en un terreno de 200 hectáreas al sur de Olbia, entre Le Saline y Capo Cerasso. Para abrumar, venía con unos libros enormes que decía contenían la valoración del impacto económico. Viajaba con un séquito de arquitectos, ingenieros, asesores fiscales, economistas. El proyecto tardó diez años en ser aprobado, sólo se le dejó hacer un cuarto de la extensión inicial, y en la montaña, lejos del mar. Pero cuando se aprobó no tenía el dinero. Era 1993, y en seguida entró en política".
Silvio y Paolo construyeron la villa en los primeros años noventa. Con el tiempo fueron convirtiéndola en una casa digna de una película de James Bond. El irónico Severgnini ha escrito en Il Corriere della Sera que algún día alguien escribirá la historia de Villa Certosa: "La cínica elasticidad italiana consentiría contar mucho, si no todo. El último escollo es la coherencia oficial. Los políticos, incluso los de menos prejuicios, no están listos todavía para admitir lo que hacen, temiendo que alguien lo confronte con lo que dicen".
traduzione
Anatomia di Berluscolandia
MIGUEL MORA 07/06/2009
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Decine di voli di stato e privati portano ogni fine settimana in Sardegna un esercito di bellezze che intrattengono il capo del governo italiano ed i suoi amici. Dopo le accuse della first lady e del "Noemigate", l’Italia rivela al mondo il suo clima di basso impero. Costerà caro a Berlusconi?
Silvio Berlusconi
A FONDO
Nacimiento: 29-09-1936 Lugar: Milán
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Giardini infiniti, laghi artificiali, organi sessuali all’aria, giochi lesbici, effetti speciali, pizza e gelato gratis... Una residenza geriatrica ricolma di corpi stupendi. Le fotografie censurate in Italia per iniziativa di Silvio Berlusconi mostrano la routine disinibita dellla villa sarda del capo del governo, nella Costa Smeralda della Sardegna.
Lunedí 1, giardini del palazzo presidenziale del Quirinale, festa della Repubblica: centinaia di personalità del regime salgono a salutare il premier, braccato dalle reazioni suscitate dalle notizie sulla sua amicizia con Noemi Letizia, una giovane di 18 anni. Un 70% di queste personalità si dirige a salutare Berlusconi con la figlia a bracetto, invece della moglie. Benvenuti in Berluscolandia, il paese in cui tutte le ragazzine vogliono diventare veline.
Visitiamo adesso Villa Certosa, la misteriosa residenza sarda del magnate milanese, che è anche premier e attuale presidente di turno del G-8, e lider eletto per alzata di mano del partito del Popolo per la Libertà. Da quando si è saputo che Noemi Letizia, la ragazza che chiama Berlusconi Papi, ha trascorso lo scorso capodanno nella villa con altre 30 veline, tutti gli italiani fantasticano con questo nome: Villa Certosa.
La tenuta è il sogno di ogni camorrista, specialmente se si trova in prigione: ulivi e palme, piscine ovunque, gelati e pizza gratis, laghi artificiali, un anfiteatro in cui suona e canta le sue canzoni napoletane l’indimenticabile Mariano Apicella, che ha pubblicato due cd con parole di Berlusconi.
Il mare turchino, la grande casa principale, le stanze segrete, il canale sotterraneo che comunica direttamente la villa con il mare - ispirato a un film di James Bond ?, il parco di sessanta ettari, i bungalow che il padrone di casa mette a disposizione delle sue ospiti (sempre piú numerose le ragazze che gli uomini, in un rapporto di 4 a 1), tutto ciò riformato e rinnovato nel 2006 al modico prezzo di 12 milioni di euro.
Una fonte di piena fiducia, inoltre, assicura che la villa nasconde un rifugio atomico nel sottosuolo e che le provviste vengono rinnovate ogni poco. E poi ci sono le veline, quelle bellezze che, può darsi, riusciranno forse a far conoscere questo strano periodo della storia con il nome di berlusconismo-velinismo.
La bellezza della parola velina è tanto suggestiva quanto la sua origine: la velina era la nota che veniva inviata ai giornali dall’ufficio censura del fascismo, e nella quale si indicava cosa si potesse scrivere e cosa no. Questo carattere di cosa fuori contesto è stato applicato, con il passare del tempo, alle assistenti della televisione che comparivano in zone estranee al loro compito di elemento decorativo, ad esempio vicino al tavolo in cui il giornalista legge le notizie. "Arriva la velina ". Fino ad oggi.
Anche se è sempre stato il segreto di Pulcinella, l’Italia è convissuta senza alcun ritegno morale con il fatto che Silvio Berlusconi abbia conosciuto, corteggiato, invitato, raccomandato, assunto, aiutato e promosso centinaia di veline lungo la sua carriera politica. L’elenco è troppo lungo ed anonimo per poter riprodurlo qui.
Durante una decade di visite, feste e gite, quasi tutte, e molte altre, saranno logicamente passate da Villa Certosa. I migliori corpi dell’Italia. I visi più innocenti e più belli. Aspiranti modelle, attrici, vedettes, majorettes, presentatrici. Ragazze giovanissime, dai 17 e 18 anni fino ai 28 o 29, non oltre: farfalle appena uscite dalla crisalide famigliare che sono entrate a far parte dell’harem dello sceicco. "Quando le accoglie al suo seno", rivela Concita de Gregorio, direttrice de L’Unità, "offre loro un gioiello a forma di farfalla, a modo di contratto o sigillo. il segno del sultano"
La politica-spettacolo di Berlusconi, il suo atteggiamento personalista e plebiscitario, il fascino del magnate generoso e donnaiolo, hanno sedotto durante quindici anni le masse di telespettatori e votanti italiani con le sue battute, il suo stile maschilista, le sue gaffe, la sua ascensione sociale, i suoi trionfi elettorali, persino le vittorie e gli ingaggi delle sue squadre di calcio (questa settimana ha paralizzato fino a lunedí la comunicazione della vendita di Kaká pero no farsi scappare un solo voto).
Tutto ciò forma parte naturale del suo bagaglio a-politico ed a-culturale, del suo populismo aperto e mondano che, paradossalmente, si appoggia a sua volta in un non-programma non-politico, tradizionalista e cattolico, lontamente ispirato alla trinità "Dio, patria e famiglia". Ci sarebbe da aggiungere: "e veline".
Villa Certosa è il simbolo dello status del Cavaliere piú discreto, il suo rifugio non solo nucleare. il suo tesoro, il suo segreto meglio mantenuto, il luogo in cui quest’uomo di quasi 73 anni, multimiliardario e prepotente, simpatico e mediatico, riceve le sue amiche ed i suoi amici, svolge consigli di ministri informali, chiude o prepara affari o imprese politiche, riceve i lider della destra mondiale, cura le sue crisalidi, siede le sue veline sulle ginocchia mentre la mano indaga sotto la maglietta e le passeggia nel carrello da golf lungo il parco, zona militarizzata e segreto di Stato (ma non troppo) dal 2006.
A giudicare dalle foto di Antonello Zappadu, Villa Certosa è anche il luogo in cui il magnate megalomane, il personaggio eccessivo, comico e mitomane, dimentica di essere un vecchio (e che dieci anni fa ha abbandonato la camera matrimoniale) e diventa di nuovo il macho, lo sceicco dell’harem, il Super-Silvio sempre abbronzato ed operato (anche della prostata), mentre l’Italia sussurra preoccupata che prende troppa viagra e che i dottori temono per il suo cuore.
Villa Certosa è anche il posto in cui la sua amica Noemi Letizia, 18 anni appena fatti, è stata invitata a trascorrere le vacanze di Capodanno con altre trenta colleghe ed una decina dei grandi uomini del berlusconismo, quasi tutti settantenni come lui: gerontocrazia e ragazze stupende.
Come affermaa il filosofo Paolo Flores d’Arcais, "bisogna chiedersi non che cosa succede o sia successa a Villa Certosa, ma che cosa sarebbe successa negli Stati Uniti se venisse a sapersi che Obama ha trascorso le vancanze natalizie con 30 vedettes di 18 anni e senza sua moglie; o in Germania se venisse scoperto che Angela Merkel trascorre le vacanze con 30 gigoló ben piantati".
Nel caso di queste giovani donne italiane si tratta di realizzare un sogno, di raggiungere la meta: conoscere Silvio e i suoi poderosi amici, lavorare alla televisione e forse arrivare anche in politica, il che nel paese della RAI e di Mediaset controllate dallo stesso uomo sono una sola cosa.
Molte di queste ragazze si sono limitate, tragicamente, a impersonare il modello dei loro genitori, il conformismo di questa disillusa generazione post-68 che è rimasta rimbambita davanti alla televisione negli anni ottanta e novanta, guardando come si dissolveva la Democrazia Cristiana, come si esiliava Bettino Craxi, come la, in altro tempo brillante sinistra italiana diventava, dopo la caduta del Muro di Berlino, una casta oligarchica, noiosa e lontana dai bisogni della gente.
Ad alcuni sembrerà ripugnante, ad altri pragmatica ed umana, questa idea del mondo e dell’ascesa sociale. Ma, esiste un modo migliore per trionfare nell’Italia della televisione che l’essere vicino, molto vicino, al grande padrone della televisione europea, forse mondiale?
Berlusconi, lo ha scritto Eugenio Scalfari, è il Re Sole. Come dice un politico sardo, "se ti avvicini al sole, il sole ti illumina e ti riscalda". E secondo quanto sostiene un altro maestro di giornalisti, perseguitato dalla destra, Giancarlo Santalmassi, "mezza Italia lavora per Berlusconi, l’altra metà lo desidera"
Visitare Villa Certosa assicura alle ragazze un posto vicino al sole, un telefono al quale chiamare, forse una raccomandazione dell’imperatore, un pollice in su, un casting al quale presentarsi di ritorno da Roma o da Milano, domenica notte o lunedì mattina, dopo le lunghe e divertenti notti, le chiacchere politiche di Silvio, le passeggiate per fare acquisti al centro commerciale di Porto Rotondo (paga Papi, fino a 1.500 euro per ragazza), i balli sfrenati, qualche striptease piú alcolico che pagato, il maschilismo nella sua indole peggiore.
Non è facile trovarsi fra le elette, arrivare alla categoria di vestale di Villa Certosa, insiste il politico sardo, che preferisce non identificarsi per motivi di sicurezza: "Chi va nella villa conta; chi dorme lì, conta molto, e chi ci passa le vacanze, è nel cuore del Cesare".
Il Cesare, che ha iniziato la sua carriera nell’edilizia, ha altre sette ville in Sardegna, un’altra ad Antigua, innumerevoli ville a Roma e a Milano; ma Villa Certosa è la misura di tutte le cose. Anche i ministri e le ministre del Gabinetto si dividono fra i molto assidui (come il silenzioso Gianni Letta) e gli occasionali, che sono andati solamente una volta o lo hanno fatto per partecipare a qualche consiglio di ministri (o di amministrazione) fuori stagione.
Fra le ministre, quella che ci è stata piú volte è Mara Carfagna, ministro delle Pari Opportunità, cui onora la sua fedeltà, poichè è stata l’unica ad osare difendere i suoi atti riguardo all’assurdità del Noemigate. Secondo lei, coloro che combattono e criticano Berlusconi lo fanno per invidia e senza ragione, dato che è una persona "buona".
Per le ragazze, la miglior forma di entrarci è captare l’occhio esperto del vecchio scapestrato. Come è accaduto a Noemi o alla stessa Carfagna e a decine di ragazze. Noemi, una dolce giovinetta cresciuta in ambienti prossimi alla Camorra napoletana, voleva diventare artista. E così dunque, si è fatta fare un libro di fotografie e lo ha inviato ad un’agenzia di Roma. Il giornalista di Canale 4 Emilio Fede, amico intimo di Berlusconi, lo ha preso, lo ha portato via con sé, e se lo è scordato, guarda caso, sul tavolo; il suo capo ha preso il telefono ed ha fatto il numero del cellulare della giovane. Le ha detto che aveva uno sguardo angelico e che doveva mantenersi così, pura.
Questo è successo a ottobre, ha rivelato Gino, l’operaio fidanzato a Naomi fino a quando è arrivato Papi, in una intervista concessa a La Repubblica. Poco dopo Noemi è stata vista in una festa della moda a Villa Madama, in un’altra del Milan. In entrambe le occasioni è stata fatta sedere al tavolo presidenziale. Secondo quanto raccontato sia da Berlusconi che dai suoi genitori, l’amicizia era di vecchia data; Gino ed una zia di Noemi lo hanno smentito.
Fatto sta che, a dicembre, Noemi si trovava già a Villa Certosa con la sua amica Roberta, una delle tre amiche insieme alle quali ha girato un video domestico, disponibile ormai su Youtube, nel quale si dichiarano fantastiche e irraggiungibili. Anche se, a pensarci bene, forse era prima, perchè la stessa Noemi ha dichiarato, quando ha iniziato ad essere famosa, che aveva visto spesso Papi, che lui non sempre poteva andare a Napoli, occupato com’era, e che i due cantavano assieme le canzoni di Apicella. Adesso la ragazza, in un ulteriore disperato tentativo di mettersi al riparo, ha dichiarato in un’intervista per la rivista Chi, proprietà di Berlusconi naturalmente, che è ancora vergine.
Un’altra forma di arrivare a Villa Certosa, di raggiungere il rango di farfalla e passare a far parte della collezione del grande entomologo, è conoscere gli amici del Sultano. Meglio ancora se sono imprenditori VIP della cerchia strettamente giudiziaria (il giudiziario unisce molto), Marcello dell’Utri, condannato a 9 anni in primo grado per complicitá con la mafia; il padrone della scuderia Renault e compagno di fatiche off shore Flavio Briatore (che ha raccomandato a Berlusconi l’avvocato britannico David Mills, creatore corrotto dell’impero Fininvest B), o il compiacente Fede Confalonieri, presidente di Mediaset.
anche utile conoscere quei brillanti giornalisti della terza età, stelle fulgenti del firmamento televisivo filogovernativo, persone come Fede (autore del telegiornale più surrealista del continente), o come il sempre genuflesso Bruno Vespa, capace di intervistare il padrone dodici volte all’anno ed eludere sempre la domanda scomoda.
Tutti coloro conformano l’essenza del berlusconismo-velinismo, e in quanto tali frequentano da anni il padrone. Cercano sicurezza, amiconi, calma, relax e bei corpi per mitigare lo stress e l’estenuante esercizio della politica, la corruzione o il sempre faticoso (per le vertebre) giornalismo da camera.
Ci sono, chiaro è, vie intermedie, provveditori diversi, amanti dello sport del gineceo, mamme mezzane pronte a rinnovare gratis il corpo di magia del prestigiatore, ministri, viceministri e segretari di Stato pronti ad aggiungere novità alle serate, l’enorme cerchia fatta di figlie di amici, conoscenti, vassalli, impiegati, quella mancia di curve promettenti data al portinaio, la guardia del corpo, la cuoca, la cugina del carabinierie, l’aspirante modella che invia le sue fotografie via e-mail a Palazzo Chigi, insieme al numero del suo cellulare scritto con una grafia che imita il rossetto.
Tutta Italia sta al gioco, tutto il paese lo sa; il problema è che tutti lo raccontano, ma nessuno lo dice con il suo nome. Satrapi, imperatori, monarchi e commendatori hanno storicamente riempito di ragazzine i suoi salotti, ma adesso la gente ha paura, l’omertà è condizione indispensabile perchè l’ipocrisia non finisca, perchè l’informazione sia tenuta sotto il controllo diretto o indiretto dell’imperatore (pubblicità istituzionale, sovvenzioni pubbliche, promesse, crediti...), se qualcuno cerca di uscirne può rimetterci l’impiego, la Chiesa di Roma non deve saperlo (e per questo si accontenta solo di reclamare sobrietà), ed inoltre c’è la crisi e viviamo in un pase sotterraneo per definizione, questo meraviglioso belpaese che si è sempre dichiarato fiero della sua arte domestica di arrangiarsi improvvisando, "O Francia, o Spagna basta ch’as magna".
L’entrata delle veline televisive in politica, che si trova all’origine di questa crisi morale, era la conseguenza inevitabile della storia, del sistema. Forza Italia non è mai stato un partito, ma un gruppo di tifosi, di impiegati comandati da Dell’Utri che nel 1994 ha reclutato in fretta e furia tutte le segretarie di Publitalia per compilare in tempo le liste. Nemmeno il suo sucessore, il Popolo della Libertà, è un partito, ma un alluvione di consiglieri mediocri, gestori sommessi e bei visi senza tradizione, ideologia, basi. La televisione e la pubblicità come unica politica; e la politica si fa in televisione. Italia continua ad essere il paradiso della raccomandazione, chi non ha un amico è orfano, ed il grande capo si chiama Silvio. Silvio aggiustatutto.
Ascoltate l’ex professoressa di Noemi Letizia: " molto logico, lui la aiuterà, a tutti conviene avere amici, un medico che ti scrive le ricette".
Il benefattore è Berlusconi; le scuole e le case sono pieni zeppi di belle Uranite, e il luogho in cui si mettono sotto tiro è Villa Certosa.
Elisa Alloro, una delle veline che sono state nella casa madre, ha pubblicato questa settimana un interessante libro intitolato Noi, le ragazze di Silvio. In esso rivela che anche lei e non solo lei, chiama Berlusconi Papi da molto prima che facesse la sua apparizione nella vita del Cavaliere la cenerentola Noemi.
" una miniera di saggezza" scrive sul lider massimo la velina giornalista, 32 anni. Nata a Reggio Calabria, Alloro ha partecipato al corso di formazione politica di 25 giovani veline organizzato in vista delle elezioni europee dal PDL, con professori ilustri, fra gli altri il ministro degli Esteri, Franco Frattini, e il vicepresidente dell’Europarlamento, Mario Mauro, a richiesta del primo ministro.
Presentatrice, Alloro è stata prescelta dal Cavaliere insieme a, fra le altre, Eleonora Gaggioli, aspirante attrice; Camilla Ferranti, aspirante presentatrice, Angela Sozio, rossa di Grande Fratello fotografata da Zappadu nel 2007 sulle ginocchia del premier (insieme ad altre quattro), e Barbara Matera, partecipante del concorso Miss Italia della Puglia, amica del dottor Letta e finalmente (dopo l’"io accuso" di Verónica Lario) l’unica candidata velina fra le 25 precandidate.
La prima a chiamare Berlusconi Papi, rivela Alloro, è stata Renata, una velina brasiliana e milanista. Il soprannome si è espanso come un virus. "E adesso, molte ragazze si rivolgono a lui con questo nome; "è un’abitudine, forse il frutto di un accordo tacito, una specie di nome in codice nato, forse, dall’atavico timore ad essere intercettati (dagli ascolti telefonici)", dice a Il Corriere della Sera.
Il libro, di 100 pagine, è scritto sotto forma di lettera a Verónica Lario, rifiuta le accuse di "ciarpame" e difende il capo: "Ogni minuto passato con lui è come un dono divino". Il suo racconto narra che ha conosciuto Berlusconi nel 2004, mentre lavorava a Mediaset. Doveva intervistarlo sul ponte dello Stretto di Messina, ma in un batter d’occhio si è vista catapultata in Sardegna, "ad un pranzo di lavoro con professionisti dello staff presidenziale, io l’unica donna", scrive Il Corriere.
Sono partiti insieme dall’aeroporto romano di Ciampino, sede dei voli di Stato, a bordo dell’aereo presidenziale; durante il viaggio ha scoperto che Berlusconi sapeva tutto su di lei ("mi ha fatto vedere un voluminoso dossier"), e gli ha fatto un’offerta di lavoro che lei ha rifiutato. "Mi ha spiegato che stava organizzando una task force di 50 giovani giornaliste per stabilire un ufficio stampa ponte tra Roma e Bruxelles. Al tuo curriculo converrebbe enormemente, mi disse..."
Finito il pranzo, di nuovo in volo nell’aereo di stato verso San Siro, dove giocava il Milan. Scorta di auto ufficiali, sirene spiegate e poi di nuevo in viaggio aereo verso Ciampino. Dopo aver lasciato Mediaset, Elisa ha continuato a vedere Berlusconi: "Alcune volte mi ha invitato ad andare a Villa Certosa, assistere a cene con decine di invitati". Di Noemi ha un vago ricordo: "Ci hanno presentato fugacemente nel trascorso di una festa", racconta.
Ma impossibile dimenticare, scrive, le due gemelline montenegrine che hanno inscenato "un ballo pazzo e spropositato davanti agli occhi di un costernato primo ministro". E le altre apparizioni non annunciate, femminili e no, alla porta della sue stanze".
Questa è l’Italia, lo ha già detto la first lady Verónica Lario, molto meno indispettita che stanca, Lisistrata, patriota e rivoluzionaria, nel condannare il marciume del berlusconismo-velinismo: "Genitori pronti ad offrire al Drago le loro vestali", "ciarpame politico e maschilista senza pudore", un marito e premier che "frequenta minorenni e non sta bene". Impossibile dire di piú con meno parole.
Lo staff del Cavaliere è attento alle sue necessità. I giornalisti che seguono le mosse del premier raccontano che c’è una bella ragazza nella sua squadra stampa che viaggia con lui ovunque, anche se non sa fare un bel niente. La sua consulente d’immagine copre le debolezze alla meglio e cerca di fare in modo che il Cesare sembri onesto.
C’è un altro personaggio misterioso, una donna quarentenne, bruna, bella, vestita sempre con tailleur, che Zappadu ha fotografato molto spesso nell’aeroporto di Olbia. Si tratta di Sabina Began (SB), la preferita: i pettegoli romani la chiamano l’ape regina.
Il giorno della Liberazione d’Italia, il 25 aprile 2008, durante i festeggiamenti per la vittoria elettorale di Berlusconi, il presidente del Senato, Renato Schifani, Apicella ed altri gerarchi erano circondati da un mazzeto di ragazze sinuose: Don Silvio non aveva occhi che per SB, che si è fatta tatuare su una gamba "SB, l’incontro che mi ha cambiato la vita". Mentre la teneva sulle ginocchia e le canticchiava Malafemmena, Berlusconi ha detto: "Se ci fosse qui un fotografo questa foto varrebbe 100.000 euro".
Come affermato da Lario, la storia politica in gioco va molto più in là del caso Noemi; la povera Noemi è solo l’ultima vittima di questo Grande Fratello. Sará la casa, Villa Certosa, come nelle Mille e una notti, un bunker di lusso un po’volgare con giochi erotici o è Berluscolandia qualcosa di peggio e di più lussurioso?
Probabilemente, nessuna e le tre cose insieme, rispondono diverse fonti sarde e le fotografie di Zappadu, che ci introducono in questo sottomondo. Berluscolandia è bella, non si può non ammettere, anche se la natura sarda è molto piú agreste e meno fittizia che nelle cartoline dall’erba ben segata, quell’orto di erbe medicinali rotondo, quelle torri di imitazione. La prima cosa che sorprende è la smisuratezza.
Sessanta ettari di terreno sono molti. Soprattutto nella costa Smeralda. Ci stanno due spiagge private, tre laghi artificiali, mezza dozzina di piscine, l’anfiteatro in cui si rappresentano gli spettacoli di Apicella (il cantautore che scrive per Berlusconi), delle ballarine, e delle bailaoras (il pubblico del flamenco si chiede ancora chi sia e cosa faceva lì quell’intrusa).
Da una parte della tenuta c’è il Country, uno dei posti prediletti del premier, una discoteca con candele, tappeti orientali ed un riservato chiamato Harem. Non soffrano le anime candide. Nessuno delle migliaia di visitatori di Villa Certosa ha mai parlato di sesso. Lì non c’è sesso. Al massimo, gelato.
Beppe Severgnini, cronista di Il Corriere, lo ha spiegato in questo modo: "Villa Certosa sta adottando, nelle fantasie nazionali, una grandezza leggendaria. Gli amici del protagonista, cercando di minimizzare, contribuiscono ad arricchire la messinscena. Marcello Dell’Utri: "C’è una gelateria. Ti servono tutto il gelato che vuoi. Gratis. Se ci si pensa, è una trovata molto divertente". Flavio Briatore: "C’è il gioco del vulcano. Si parla del più e del meno e quando il gruppo si avvicina al lago, Berlusconi fa finta di preoccuparsi, dice che la Sardegna si trova in una zona volcanica. E in quel momento si sente un’esplosione incredibile, ci sono effetti speciali tipo fiamme...". Sandro Bondi, ministro della Cultura, cercando di spiegare la nudità di Topolanek, l’ex premier ceco: "Bah... D’altronde, pensate che la villa si trova a pochi metri dal mare. Un mare, come lei sicuramente sa, di una bellezza assoluta".
Dell’Utri non ha potuto negare che oltre a gelato e pizza, nella villa ci sono sempre tante giovinette bellissime che passeggiano, fanno il bagno, la doccia, si esibiscono. Il più difficile per Berlusconi non sarà giustificare queste fotografie, che ha già definito "inutili". Il vero problema sarebbe l’esistenza di altre più compromettenti. "Berlusconi sa che c’è una talpa a Villa Certosa. Qualcuno ha tradito dall’interno, ma non sa chi è", spiega Marco Mostallino, un giornalista locale. "Berlusconi crede che si trova probabilmente tra le guardie di sicurezza. Non per caso ha accusato sua moglie dal giornale di suo fratello di farsela con una sua guardia del corpo".
Villa Certosa è vigilata 24 ore su 24 da militari e carabinieri, come fosse una fortezza. Inoltre, ci sono guardie private ed altre che arrivano da tutte le parti. La storia della sicurezza nella Costa Smeralda è collegata al agá Jan, il primo promotore turistico della Sardegna, ed è iniziata con i vigilantes. "Jan ha assunto tutti gli uomini disponibili, e molti di loro avevano precedenti criminali", assicura Mostallino.
Alcuni anni dopo, Berlusconi è arrivato all’isola. " arrivato con suo fratello Paolo intorno al 1981 o 1982", ricorda il politico sardo. "La sua idea era di costruire due millione di metri cubi sul mare, in un terreno di 200 ettari a sud di Olbia, tra Le Saline e Capo Cerasso. Per fare impressione, arrivava con due libri enormi che diceva contenevano la valutazione dell’impatto economico. Viaggiava con un seguito di architetti, ingegneri, consulenti fiscali, economisti. Fino all’approvazione del progetto sono passati dieci anni, ed è stato concesso solo un cuarto dell’estensione originale, e questo in montagna, lontano dal mare. Ma quando è stato approvato non aveva soldi. Era il 1993 e subito dopo è entrato in politica".
Silvio e Paolo hanno costruito la villa nei primi anni novanta. Con il tempo l’hanno trasformata pian piano in una casa degna di un film di James Bond. L’ironico Severgnini ha scritto sul Corriere della Sera che un giorno qualcuno scriverà la storia di Villa Certosa: "La cinica flessibilità italiana permetterebbe di raccontare molto, se non tutto. L’ultimo scoglio è la coerenza ufficiale. I politici, anche quelli che hanno meno pregiudizi, non sono ancora pronti ad ammettere quello che fanno, perchè hanno paura che qualcuno lo metta a confronto con ciò che dicono".